Cerca de 80 historias participan en la campaña “Personas que llevan a personas”
Dbus ha recogido alrededor de 80 Historias Dbus de conductores/as y personas usuarias dentro de la campaña “Personas que llevan a personas”. La campaña se lanzó a mediados de junio con el fin de poner en valor el trabajo de los/as empleados/as de la empresa y trasladar una imagen más humana de los conductores y conductoras a la ciudadanía donostiarra.
La campaña recogía las historias de numerosos conductores/as de Dbus y estaba presente en diferentes soportes como las marquesinas. Asimismo, se creó una web específica www.historiaswww.dbus.eus, donde las personas usuarias han publicado sus propias vivencias.
Se trataba de recoger entre trabajadores/as de Dbus y usuarios/as diferentes relatos que tejieran la historia de todas esas personas que viajan en autobús en San Sebastián y que han hecho que 130 años después Dbus siga siendo un referente en nuestra ciudad.
Historias seleccionadas
Entre todas las historias propuestas por las personas usuarias se han seleccionado 5, a las que el ilustrador donostiarra Diego Besné ha puesto imagen. Las historias acompañadas por sus ilustraciones se pueden ver ya en las marquesinas de las paradas de Dbus. Asimismo, los días 20, 21 y 22 de septiembre se realizará un “perching” con estas historias en los autobuses de San Sebastián. Las historias ilustradas se colgarán de las barras interiores de los autobuses y de esta manera los/as usuarios/as podrán conocer más
Historias Dbus. A su vez, las 5 historias ganadoras recibirán un pase para viajar gratuitamente en Dbus durante tres meses, así como su historia ilustrada enmarcada.
Las 5 historias seleccionadas son las siguientes:
Bolsas confundidas (Ainara, 41 años, activista cultural)
Siempre tengo la manía de sentarme en los asientos de 4 y mirando al conductor. Me gustan esos asientos porque hay espacio para dejar los trastos y puedes interactuar con la gente. Llovía y todos los que estábamos sentados habíamos dejado paraguas, bolsas… en el suelo.
Al salir del autobús, la chica que tenía sentada delante de mí y yo nos confundimos y cogimos las bolsas de las compras de la otra. Casualidad habíamos comprado en la misma tienda. No sabíamos cómo localizarnos, y a las dos se nos ocurrió la misma idea: las 2 estuvimos la siguiente semana con la bolsa de la otra persona en el bus para arriba y para abajo, hasta que volvimos a coincidir.
Descubrí que a ella también le gustaba sentarse en esos asientos, pero mirando hacia la parte trasera del bus. Cada una con sus manías, ¡pero no todos somos tan diferentes!
El escaqueo que mereció la pena (Ane, 20 años, estudiante)
Un martes de lluvia y clase a las 8. Tenía prisa, pero tiempo suficiente si cogía el 17. Le faltaban unos cinco minutos. Llegaba el autobús y una voz grave me preguntó hacia dónde iba. Eran las ocho menos diez de la mañana, reaccioné de forma fría.
– A clase.
– ¿Me dejas acompañarte? No tengo prisa, llueve y me resulta interesante el reggae que sale por tus auriculares.
– Claro.
Me dijo que se llamaba Mikel. No dijo una palabra en tres paradas, y yo tampoco. Se acercaba mi parada; ir a la universidad ya no me estaba pareciendo tan interesante. “Piensa rápido, piensa.” Y lo hice. Saqué un folio y escribí: “martes y jueves: misma hora y mismo bus”. Llegó el jueves, menos prisa, más reggae y solazo.
– ¿Te apetece coger el 33 hasta Miramar?
– ¿Sesión musical delante de la concha a las 8:30 de la mañana? Lo compro.
Y hasta hoy.
Momentos de lectura (Iker Izal)
Recuerdo con mucho cariño los años que estudié en la UPV en Bentaberri y utilizaba el autobús para llegar todos los días hasta allí.
Desde mi casa en Gros hasta la universidad tenía unos 15 minutos en autobús, uno de mis momentos favoritos del día. Eran los únicos minutos del día que los dedicaba a la lectura por placer, mi momento de evadirme y disfrutar.
15 minutos para ir y otros 15 para volver. La época de mi vida en la que más he podido leer y disfrutar de la lectura.
Paseos por La Concha (Leticia, 65 años, jubilada)
Casi todos los fines de semana, suelo visitar a la familia que vive en el Antiguo. Mi rutina habitual consiste en: despertarme, cafecito, vestirme, comprar el periódico en el estanco y acercarme a la parada del autobús.
Leer el periódico en el autobús hasta llegar al Antiguo es uno de mis momentos favoritos. Cruzar La Concha leyendo desde el bus, haga o no haga bueno, para mí es un placer. ¿Y qué me dices de los días de playa de verano?
Disfrutar del viaje y además pasar el día en la playa, ¿qué más se puede pedir?
Cómo hemos cambiado (José Angel, 49 años, atención directa a personas con diversidad funcional intelectual)
130 años. Yo, a las puertas de mis 50 primaveras vuelvo la mente atrás y me fluyen recuerdos y sentimientos en torno a nuestro querido transporte público; no sé si se me mezclan recuerdos con imaginación, pero sea lo que fuere no puedo sino sentir cierta nostalgia por el tiempo pasado que diría aquél.
En ellos crecimos, corriendo para montarnos en el puesto del cobrador, cual príncipe a caballo, pasamos la EGB montando diariamente en la parte de atrás, agarrados a aquella barra trasera, divisando la vida a través del cristal o sentados en el hueco de la puerta trasera, lugar codiciado… y veo los actuales autobuses y pienso… cómo hemos cambiado y qué bonito viaje, el de la vida.